LA VEJEZ Y
NUESTROS HIJOS
Estamos en el dos mil,
Tiempos de mucho
estudiar.
La juventud quiere ir
Sin trabajar, seducir
Un mundo para soñar.
Tanto libro,
asignaturas...
Tanto querer viajar
Los de veinte y
criaturas
Tantas cosas sin
censura...
Tantos libros
estudiar,
Antes en mis cortos
años,
Lo confieso, y es
verdad,
¿de estudiar ?ni
soñarlo.
Del trabajo éramos
esclavos,
Así lo e de confesar.
No sabíamos leer
Y muy poco escribir,
Pero teníamos amor
A los padres y patrón
Por que éramos así.
Hoy tantos estudios y
letras
Aprenden en cada
estación,
Sin recibir
asignaturas
Estas bellas
criaturas
De la bella
educación.
Hoy estudian
matemáticas
Todas nuestras
criaturas,
Pero amar a los
ancianos
Esto ellos no
estudiaron
Ni hicieron asignaturas.
Ven un ciego por la calle
No hay Santo que lo
agarre
En
ninguna esquina o calle
Ni aun
le dejan vivir
Hacen burla del
anciano
Del mendigo o de los
ciegos,
Sin saber tal vez
mañana
También tendrán la
migraña
Porque serán
pordioseros.
Recuerdo de pequeñín
Que respetaba a mis
Padres,
A la abuela y al
abuelo,
Pues lo tenía por
modelo
Sin enseñármelo nadie
Era tal la educación
Que tenía a mis
ancianos,
Les cedía el mejor
rincón
Que existía en el
fogón
Por verlos casi
acabados.
Y ahora,
si tienes frío ,
No esperes el favor
Que te pueda hacer un
crío
Pues no te dicen ni
pío
Para ofrecerte el
fogón.
No los mandes por
tabaco
Ni que te pongan al
sol,
Se ríen y, por lo
tanto,,
No hacen caso del
llanto
Sólo buscan tu
doblón.
Y si te pones enfermo
Se retiran de tu
lado,
Dicen que eres un
fresco
Después te tratan lo
mismo
Que aun mismo
desgraciado
Sienten náuseas de ti
Te llevan al Hospital
Te dejan sin despedir
Donde te vas a morir
Y lejos lejos
se van
Y mueres entre
paredes
Sin ver a hijos o
nietos
Como basura que eres
Para ellos tú ya
hueles
Sin oír ni sus
lamentos.
Pobres Padres que
se mueren
Olvidados de los
hijos,
Sin saber que ellos
vienen
Por el sendero que
tiene
Tan largo y triste
camino.
Los hijos en nuestra
vejez,
Quieren ser hasta
togados,
Hasta jueces quieren
ser,
Más por ser abogados
Torpezas por todos
lados
Cometen sin, tal vez,
querer
Pero también existen
hijos
Que defienden a sus
Padres,
Hasta que llega su
muerte
Con gallardía valiente,
Aunque no sean
naturales.
Y los Padres, Padres
son
Aunque algunos no los
hablen,
Perdona a sus hijos,
señor.
Porque han perdido el
amor.
¡OH, Dios mío! ¡Perdónalos!
¡Que no
saben lo que se hacen!