jueves, 23 de enero de 2014

LA VEJEZ Y NUESTROS HIJOS




  LA VEJEZ Y  NUESTROS  HIJOS 

 
















Estamos en el dos mil,
Tiempos de mucho estudiar.
La juventud quiere ir
Sin trabajar, seducir
Un mundo para soñar.

Tanto libro, asignaturas...
Tanto querer viajar
Los de veinte y criaturas
Tantas cosas sin censura...
Tantos libros estudiar,

Antes en mis cortos años,
Lo confieso, y es verdad,
¿de estudiar ?ni soñarlo.
Del trabajo éramos esclavos,
Así lo e de confesar.

No sabíamos leer
Y muy poco escribir,
Pero teníamos amor
A los padres y patrón
Por que éramos así.

Hoy tantos estudios y letras
Aprenden en cada estación,
Sin recibir asignaturas
Estas bellas criaturas
De la bella educación.
                                                                         
Hoy estudian matemáticas
Todas nuestras criaturas,
Pero amar a los ancianos
Esto ellos no estudiaron
Ni  hicieron asignaturas.
Ven  un ciego por la calle 
     
  O a un mendigo pedir
No hay Santo que lo agarre
   En ninguna esquina o calle
   Ni aun le dejan vivir

Hacen burla del anciano
Del mendigo o de los ciegos,
Sin saber tal vez mañana
También tendrán la migraña
Porque serán pordioseros.

Recuerdo de pequeñín
Que respetaba a mis Padres,
A la abuela y al abuelo,
Pues lo tenía por modelo
Sin enseñármelo nadie

Era tal la educación
Que tenía a mis ancianos,
Les cedía el mejor rincón
Que existía en el fogón
Por verlos casi acabados.

  Y ahora, si tienes frío ,
No esperes el favor
Que te pueda hacer un crío
Pues no te dicen ni pío
Para ofrecerte el fogón.

No los mandes por tabaco
Ni que te pongan al sol,
Se ríen y, por lo tanto,,
No hacen caso del llanto
Sólo buscan tu doblón.

Y si te pones enfermo
Se retiran de tu lado,
Dicen que eres un fresco
Después te tratan lo mismo
Que aun mismo desgraciado

Sienten náuseas de ti
Te llevan al Hospital
Te dejan sin despedir
Donde te vas a morir
Y  lejos  lejos  se van

Y mueres entre paredes
Sin ver a hijos o nietos
Como basura que eres
Para ellos tú ya hueles
Sin oír ni sus lamentos.

Pobres Padres que se  mueren      
Olvidados de los hijos,

Sin saber que ellos vienen    
Por el sendero que tiene
Tan largo y triste camino.
Los hijos en nuestra vejez,
    
Quieren ser hasta togados,
Hasta jueces quieren ser,
Más por ser abogados
Torpezas por todos lados
Cometen sin, tal vez, querer

Pero también existen hijos
Que defienden a sus Padres,
Hasta que llega su muerte
Con gallardía  valiente,
Aunque no sean naturales.
  
Y los Padres, Padres son
Aunque algunos no los hablen,
Perdona a sus hijos, señor.
Porque han perdido el amor.
 
¡OH, Dios mío! ¡Perdónalos!
¡Que no saben lo que se hacen!

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