jueves, 23 de enero de 2014

LA MADRE Y EL SOLDADO





LA MADRE Y EL SOLDADO

Todavía el uniforme
Con el , polvo del combate,
Trocados en gozo inmensos
Tantas fatigas y azares

Torna el soldado a su casa,
Torna a abrazar a su Madre,
Que poco el vapor avanza ,
Y cruza veloz los mares

Que tarde  el tren  desliza ,
Y es casi  volar lo que hace,
Y es que el tiempo si se mide ,
Al compás con que  ahora late,

El corazón del soldado,
Que  ansias seguidas arde,
Parece que se estacione,
Y es un siglo cada instante

Llenas de calor y vida,
Presentanse   las imágenes
De aquella campiña alegre,
Con sus huertas y olivares,

Y aquellas casitas pardas,
Que parecen agruparse
Como tímidos polluelos,
Al rededor de su Madre

En la sombra bienhechora,
De la iglesia venerable
Entre esas casas humildes
Bañadas en sol radiante
           
Hay dos en que siendo pequeñas,
Encierran dichas tan grandes

Volver a verlas ,¡ qué gozo!
Atravesar sus umbrales,
Y allá el humo de la lumbre,
Sin zozobras ni pesares
Embriagarse de amores
De los amores constantes

Que dieron vida a su vida,
Desde el día en que alejarse,
Le vieron tan animoso,
Lanzarse al duro combate

Y por la honra de la Patria
Derramar su heroica sangre,
¡ vuela tren vuélvete Rayo!
Lleva pronto a esos hogares

La dicha que tanto anhelan,
Con infinitos afanes,
El corazón de una Moza
Y el corazón de una Madre.

Chica dirá el veterano,
Cuando ella salga a esperarle,
Y con gozo irresistible,
Corre hacia él anhelante,

Aquí traigo sobre el pecho,
Como tu me lo colgaste,
El venerable bendito,
Escapulario del Carmen,

No me acosté un solo día,
Sin rezarle ni besarle.
Y cuando yo le besaba,
Pensaba en ti y en mi Madre

Toma ya te lo devuelvo,
¿Te has asustado al mirarle,?
Es una mancha ,no te asuste,
Es una mancha de sangre.

Sangre mía traidor plomo,
Del enemigo cobarde,
Vino a taladrar mi pecho,
Y el corazón traspasarme.

Yo rodé al suelo exclamando,
Vale me Virgen del Carmen,
Y ya lo ves una mancha,
Como, votó ante esa imagen,

Y una cicatriz honrosa,
Que atestigua lo que vale
Esta cruz que sobre el pecho,
Ostento noble alarde,

Madre dirá el veterano,
Cuando, la anciana le abrace
Y embriagada de alegría,
No se canse de besarle.

OH  con que anhelo esperaba,
Llegara este hermoso momento

Cuantas horas de vigila
Cuantos suspiros y afanes
Cuantas lágrimas tus ojos,
Habrán derramado Madre,

Pero mira aquí me tienes,
Para nunca separarme,
No llores más otro beso,
Y otro abrazo que me sabe,

Como sabrán en la gloria,
Las dulzuras celestiales
Y al divisar a su pueblo ,
Allá en el fondo del valle

El corazón del Soldado ,
Con que violencia late,
Benditos seas mil veces,
Pobres queridos hogares

Cuna de mis ilusiones,
Objeto  de mis azanes,
Que guardéis los tesoros,
Para mi más apreciables,
El Ángel de mis ensueños
Y el cariño de mi Madre

No hay nada más hermoso
Ni pueblo que a ti te iguale,
Ni vegas como estas vegas,
Ni aire como este aire,
Ni cielo como este cielo
Que envidiarían los Ángeles

 
Con su guerra ajustada
Y su pantalón granate,
Con su gorra cuartelera,
Inclinada hacia adelante,
Con su licencia en el seno
Y su cruz Plata mate

Entra el Soldado en la Aldea,
Entre saludos y placeres

Más ufano que un Caudillo,
Vencedor  en cien combates
Compañeros de la infancia,
Que acudís a saludarle,
                                                                                                                         
Muchachos vecinos todos,
Que os agrupáis anhelantes,
Que le agrumáis a preguntas,
Y no cesáis de mirarle,

Dejad que no se detenga,
Dejad franca la Calle,
Que al hijo de sus entrañas

Le está esperando su Madre
Su Madre pobre ancianita,
Verla venir vacilante,
Con los brazos extendidos,

Muda de gozo inefable,
Hijo mío Madre mía ,
No hallan  los labios más frases,
Y el abrazo prolongado
Se fundían Hijo Madre,

Después besos muchos besos,
Y dulce llanto a raudales,
Y expresión indescriptible,
De venturas inenarrable,

O codiciado momento,
Fin de tantas ansiedades,
Nostalgia de largos días,
Noches de insomnio y afanes

Fatigas del campamento,
Peligro de los combates,
Ausencias de eternos años,
De penurias y de azares,

Quien se acuerde de vosotros
Ante una dicha tan grande,
Todo se borra y se olvida,
Con el  besos de una Madre.


Con cariñoA Eulalia Fernández

De  Santiago Blanco

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